Klausner presenta una propuesta con una serie de looks monocromáticos en tonos tierra y negro, una clara referencia a los códigos minimalistas que marcaron los inicios de Dries van Noten. Sin embargo, lo que comenzó como una paleta contenida se transformó rápidamente en un estallido de color y texturas.
Desde estampados florales reinterpretados con un enfoque casi digital hasta tejidos meticulosamente tratados que evocaban paisajes abstractos, la colección demostró la capacidad de Klausner para equilibrar la sobriedad con la extravagancia.
Entre los looks más destacados estuvieron los abrigos oversize confeccionados en jacquard de lana con patrones florales, combinados con botas altas de cuero brillante, demostrando el grado de atención por su exquisita artesanía, mientras que las chaquetas estructuradas con hombreras pronunciadas aportaron una dosis de modernidad.