Como si de un deja vú se tratase, Thom Browne presentó su primera capítulo dentro de la aventura de la Alta Costura de París, con una colección que propone tejidos de máxima sofisticación, pero asfixiándose en el maximalismo que caracteiza a sus colecciones de siempre.
Las faldas masculinas acompañadas de trajes rígidos a dos piezas que abrieron la pasarla dieron paso rápidamente a referencias voluminosas de mangas con las que se auguraban los motivos geométricos que imperaron en las propuestas de las prendas de exterior de Browne, intervenidas por recursos gráficos abstractos que materializarn una propuesta en la que el drama está presente, pero que no termina de conquistar ante la ausencia de ese plus que Thom pudo haber aprovechado para sobresalir con sus técnicas Couture.
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