Entre la tierra y el Olimpo: Mahmood habla sobre su nuevo disco para Vanity Fair Italia

Hay una ausencia imperceptible pero gigante alrededor del cuello de Mahmood. Su cadena de oro, la que siempre ha estado ahí, se ha perdido. Y esa no es una señal trivial. Porque ese hilo que apenas tocaba el hueco de su hombro, y luego bajaba al centro de su pecho y se dejaba ver en las camisas, colgaba la cabeza de una pequeña Nefertiti, la reina egipcia, como "un tesoro precioso en mí, un poderoso símbolo de mis orígenes árabes, un regalo bautismal de mi padre, que me llevó a caballo sin riendas por el desierto y las pirámides, con la mochila Invicta al hombro, el comienzo de mi historia". Alexander es una voz de una generación que tiene su propia gramática, que fluye y en ese fluir hace que los sellos y las definiciones se desvanezcan como pompas de jabón. Y entonces no es ni frágil ni su contrario, sino un chico lleno de gracia con una imaginación intensa que ha empezado a escribir sus canciones en el tranvía y cada día se corrige un poco, y cada día trata de domesticar sus demonios., Un poco, como todos nosotros. Y que de esta manera está logrando no confundir las rarezas de su instinto y su talento, de juntarlas, de mantenerlas con vida para algo más que no perderlas: consagrarlas.