Lo que llama la atención cuando los ve uno al lado del otro es la complementariedad de sus rostros. Él, perfil de águila, rasgos angulosos y secos. Ella, labios carnosos y nariz diminuta, porte de reina y cabello de prodigioso volumen. Con una melodía de samba, descalzo, el gran cuerpo flexible de Vincent Cassel improvisa un pequeño baile en el estudio inundado de luz. Los dos se devoran el uno al otro con los ojos, antes de irse en un estallido de risa. Al verlos juntos tan ligeros, pensamos en la última vez que conocimos al actor. Fue hace unos años, en las alturas de Río de Janeiro, su bastión brasileño adoptivo. Vincent Cassel, que mantenía la distancia de la bestia que lo observaba, había estado en la reserva. Hoy, la sonrisa es más abierta, el fluir del habla calmado. A sus 54 años, el mejor gángster del cine francés parece haber encontrado una forma de serenidad. La sabiduría de la edad, sin duda. Amor, seguro. Está casado desde el 2018 con la modelo Tina Kunakey, de 23 años. Son los padres de una pequeña amazona, de casi 2 años. ¿Su diferencia de edad? Solo les importa a los espíritus afligidos. Entre Río de Janeiro, Saint-Jean-de-Luz y París, Cassel el padrino camina con su tribu. En su cuenta de Instagram, con un millón de suscriptores, lo vemos con sus amigos de la banda Kourtrajmé (colectivo de artistas al que pertenece), cortando las olas de Bahía en su florete.
¡Deja tu comentario!