Hace veinte años, Jared Leto estaba posado sobre la heroína, embarcándose en un espeluznante carrusel de Coney Island hacia el Gran Abismo. Interpretando a Harry, el héroe caído de Requiem For a Dream, la epopeya psicológica de Darren Aronofsky, Leto ganó elogios de la crítica, catapultando al actor y al músico (formó la banda de rock de culto Thirty Seconds to Mars con su hermano Shannon en 1998) en la cima de la cartelera después de papeles secundarios pero eléctricos en Girl, Interrupted o Fight Club de David Fincher, actuaciones intensas junto con un método de martirio. Para la saga Aronofsky, Leto provocó un escándalo al vivir durante varios meses como un vagabundo en la ciudad de Nueva York, absteniéndose de sexo y comidas regulares para transformarse físicamente, construyendo día tras día la mirada demacrada de su personaje drogadicto.
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