Iván Sánchez para Esquire México por Carlos Ruíz


Iván Sánchez es inquieto. Nunca se queda inerte. Nunca se queda en un mismo lugar: ya sea una nación, ya sea un continente, ya sea la silla en la que está sentado mientras se le entrevista previo a que el maquillista lo prepare para la sesión de fotos. Se levanta, da unos pasos, se vuelve a sentar... minutos después repite la misma rutina. Una y otra vez. No luce nervioso, más bien parece que en su cabeza pasan mil y un pensamientos sobre su siguiente destino, su siguiente proyecto. El siguiente lugar físico o simbólico al que arribará, como si se tratase de una veleta ávida siempre de llegar a nuevos puertos. ¿A cuál? Eso es lo de menos. El actor y modelo ibérico de 44 años está consciente de eso y lo dice con orgullo. “La clave”, comenta, “está en nunca quedarse estático”. Y nos lo menciona con el mismo entusiasmo de un niño que comienza a conocer el mundo y sus secretos. Incluso, se jacta de seguir siendo, en el fondo de su ser, un infante que no pierde la capacidad de asombro.



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