Ghali es una entidad plural. Con decenas de millones de visitas de YouTube. Es cientos de miles de corazones y me gusta en las redes sociales. Está en la banda sonora, con ese Gambino infantil que triunfó en los Grammy, del juego de fútbol más popular del planeta y más vendido en Italia: FIFA 19. Es comentado por The Atlantic, la histórica revista política y cultural estadounidense, que lo presenta como un extranjero exitoso en una Italia que lucha por pensar en la integración. Ghali tiene estilo. Tiene un cuerpo lo suficientemente grande como para soportar el barroco, la redundancia de la manía de la marca, el neoclásico con la corbata bien anudada y el pecho sencillo. Como un rey mágico de Persia, se presenta en la cena de Vogue Italia con el regalo de su supermodelo, la novia Mariacarla Boscono. Se sienta en el front row de desfiles de moda, no como un invitado disfrazado para la ocasión, sino con el conocimiento de que él es un volante de imagen. Ghali es música para oídos que quieren investigar sonidos contaminados y luego batidos por inglesismos, frenchismos, palabras en español, neologismos sacudidos en ese rap que se convierte en pop y viceversa. Una melodía constante, como un encantador de serpientes.
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