Francisco Henriques es el típico tío con el que te irías de cañas nada más conocerlo. Siempre recibe con una sonrisa y raramente la pierde, lo que llama la atención en una industria en la que predomina un impostado mohín de superioridad. Este lisboeta que apenas araña el cuarto de siglo es un modelo, pero no es uno cualquiera. No sólo se diferencia del resto de colegas por su pelo rizado –al que aún se está acostumbrando, según nos cuenta– o por su piel tostada en la bahía portuguesa: su carisma es la principal baza de su éxito y la razón última por la que consiguió, entre otras, una de las mayores campañas publicitarias a nivel internacional. "Hice un primer casting en Nueva York, lo pasé y tuve que ir a París para una segunda prueba en la que mostrar mi personalidad, cómo era yo…", nos explica. Y de repente, su vida dio un vuelco. "Recuerdo que era Navidad y estaba con mi familia, mi agente me llamó y me dijo que sería embajador mundial de Paco Rabanne: fotos, vídeos, entrevistas, viajes por todo el mundo, coberturas en Instagram... ¡Y yo sólo quería jugar al fútbol!, ¿sabes?". A pesar de ser lo que la industria considera una new face, podrías verlo destacar por su personalidad entre un millón de caras bonitas. Así, ha conquistado a Emporio Armani, Ralph Lauren, Balmain, GAP, H&M y un listado casi interminable de clientes (impensable para un principiante). "Antes de ser modelo yo no entendía mucho de moda, mi agente en Portugal llamaba cada día a mi familia para que me llevara a la agencia, pero yo sólo quería ser futbolista. Un par de semanas después lo consiguió. ¡No sabía ni hablar inglés y ahora estoy aquí!",
¡Deja tu comentario!