Pedro Cavadas para Esquire España en fotos de Antón Goiri


Pedro Cavadas acaba de salir cansado del quirófano, pero aún tiene ganas de hablar de todo y de meterse en líos. "Dadme unos minutos. Acabo de llegar del quirófano, me tomo un bocata de jamón y un par de bebidas energéticas y soy todo vuestro. Para las fotos, para la entrevista, para lo que queráis”.
ESQUIRE: Empezamos esta entrevista cuatro horas y un bocata más tarde de lo pactado. ¿Una emergencia?
PEDRO CAVADAS: Lo último, sí. Una cirugía de un traumatismo de alta energía en una pierna para reconstruir una tibia...  Antes, preparar a un paciente que tengo que operar mañana y después ir volando al Colegio de Médicos a recoger el recetario de opiáceos, que si no vas no te lo dan. Me toca un poco las... pero bueno.
ESQ: La burocracia...
PC: Sí, es el puntito de burocracia de esta profesión que te obliga a ir zumbado porque o vas ahora o se te pasa un mes sin ir. Pero, vamos, la cirugía que he cerrado antes de venir a verte es la habitual, la de todos los días, el pan nuestro de cada día.
ESQ: La que haces: ¿1.500, 2.000 veces al año?
PC: Más o menos, sí. Una barbaridad. Todos los días de lunes a viernes de 8 de la mañana a 4 de la tarde, si no hay imprevistos, como hoy.


ESQ: ¿Después de decenas de miles de operaciones llega a ser una rutina? ¿Se automatiza un trabajo así alguna vez?
PC: Si siempre haces casos similares, sí. Lo que pasa es que por las circunstancias que sea a mí me tienden a llegar los casos exóticos, lo raro, lo que no tiene solución o lo que se ha multicomplicado.  De manera que en mi caso es muy difícil que me encuentre con dos casos iguales.
ESQ: Cada vez que te enfrentas al quirófano, ¿lo abordas como un caso nuevo?
PC: El caso de hoy era muy parecido a otros cientos, la verdad... Pero no necesariamente sencillo. Dentro de la cirugía hay cosas fáciles, más rutinarias, pero a mí no me llegan, no vienen. No me importaría, que conste. Eso de solucionar cosas fáciles suena bien. Pero no veo por qué motivo va a venir a mí un paciente con un problema que se lo pueden resolver en cualquier sitio.
ESQ: Eso que acabas de decir tiene un puntito de vanidad... ¿O a mí me lo parece?
PC: Bueno, no es que yo me crea nada especial, ni mucho menos. Pero el único motivo por el que yo creo que va a venir un paciente a verme es porque le voy a hacer algo distinto a lo que le van a hacer cien tíos más. La patología cotidiana la resuelven muy bien en cualquier sitio.  Aquí hacemos otras cosas.
ESQ: Operar siempre casos excepcionales debe de tener una carga emocional importante.
PC: Ni te imaginas, porque suelen ser casos muy largos: varias cirugías, periodos prolongados de posoperatorio, los pacientes se desaniman, hay que animarlos, hay que gastarles bromas... Una cosa es hacer cirugías bien hechas y otra es solucionarle el problema a una persona, cambiarle la vida. Un paciente que se destruye una pierna necesita algo más que un médico que se la reconstruya: necesita que alguien le haga volver a caminar y le enseñe a hacer vida normal. Para eso hace falta muchísimo tiempo fuera del quirófano. De apoyo, de ayuda... Es mucho trabajo. Cada vez que aceptas un caso de estos te estás complicando un poquito más la vida.


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