André-Pierre Gignac, el futbolista francés afincado en México y jugador del equipo de Tigres, posa para Santiago Ruiseñor en el número de mayo de la revista Life & Style, en un número donde habla sobre su pasión por el deporte y el futuro en las canchas
En junio cumples dos años de vivir y jugar en México,
¿cómo ha sido la experiencia?
Fácil, tenía un buen feeling desde el inicio. Cuando
hablé con los directivos de Tigres, sentí algo diferente. Vengo de una cultura
gitana en Francia, lo que ayudó porque mi mamá y mi abuela hablan algo de
español, aunque cortado y sin conjugación. Noté que la cultura era parecida y
familiar, así que fue fácil adaptarme. No conocía nada de México, fue un amor a
primera vista.
¿Te preocupaba el tema de la seguridad del país?
Marsella también es peligroso. Ahí se matan en la calle.
A 15 metros de alguien pasan con una Kalashnikov (AK47) y lo matan. En todos
los países del mundo hay lugares peligrosos. Cuando hablé con los directivos de
Tigres me dijeron que San Pedro era una ciudad muy tranquila y mis compañeros
pueden hablar de ello. En realidad, la seguridad fue el último tema porque en
Francia ahora hay atentados. Puedo ir al centro comercial con mi esposa y los
niños y nos puede explotar una bomba. Cada parte del mundo tiene un factor de
riesgo; al final, cuando viene la muerte, viene y ya.
Si hoy haces una evaluación personal, ¿qué te falta en
México?
Me faltan mis dos hijos mayores, pero, cuando vienen de
vacaciones, se quedan dos meses. Les encanta estar aquí y yo los disfruto
mucho.
¿Cómo es un día de descanso perfecto para André?
Hago asados en casa todo el tiempo, así que tendría que
ser así. Me junto mucho con mis compañeros sudamericanos, pero también hay
varios mexicanos que saben hacer asados muy bien. Pasamos el tiempo contentos.
Me encanta la carne y aquí es un paraíso. Eso sí, no como chile aunque lo he
intentado, pero no me va muy bien.
Hoy en día, ¿cuáles son los lujos de André Pierre?
Me encantan los relojes, así que por ahí es donde me
consiento cuando puedo. Aunque no tengo sólo una marca predilecta, me encantan
los modelos de Vacheron Constantin. También he aprendido, poco a poco, a
invertir en ropa. Me gusta mucho lo que hace Balmain, pero también me gustan
varias marcas de zapatos. Creo que ésos son mis lujos. Cuando mi familia viene
de París suelo encargarles cosas que no puedo conseguir acá o en Estados
Unidos.
Ahora que la tienes cerca, ¿cómo defines a la afición
mexicana?
Es muy fiel a sus colores. Tienen un fervor y una pasión
increíble, un gran amor a su equipo y a sus jugadores. Ahora, nosotros somos el
equipo a vencer, con lo que esto implica. A veces, los otros aficionados se lo
toman muy mal, pero en Marsella me pasó igual. Lo que está claro es que yo
respeto mucho el fútbol mexicano y a su afición.